La tuberculosis es un problema de salud pública a nivel global el cual posee un componente económico-social, por lo que está presente en mayor frecuencia en países en vías de desarrollo, tales como Perú (Wingfield et al., 2016, p.89). El Perú, a pesar de haber detenido el avance de esta enfermedad en los últimos años, aún se presenta una alta incidencia de nuevos casos de tuberculosis, al año 2012 se encontraba en el segundo lugar del ranking de incidencia de esta enfermedad, sólo por debajo de Brasil (PAHO, 2012) y al 2015 presentaba 95 nuevos casos por cada 100 000 habitantes por año, encontrándose en el tercer lugar a nivel de Región de las Américas (Ministerio de Salud, 2016). El tratamiento para esta enfermedad consiste en un régimen estricto de antibióticos y bacteriostáticos, entre los cuales tenemos a la rifampicina, isoniazida, pirazinamida y etambutol, fármacos de primera línea para el tratamiento de esta enfermedad (Soto J., 2010). La eficacia del tratamiento depende mucho del factor genético, se han reportado polimorfismos en genes codificantes para enzimas de la fase I y II de biotransformación, transportadores de membrana y genes reguladores los cuales tienen un efecto significativo en la respuesta al tratamiento (Forestiero, F.,et.al., 2013), siendo determinantes en la aparición de efectos adversos como hepatotoxicidad (Chen, R., et.al., 2015; An, H., et.al.,2012; Lee, S., et.al., 2010).La variación en las secuencias de genes encargados del metabolismo de fármacos pueden producir cambios en la estructura o cantidad de la proteína producida, dando así una respuesta diferente a la que se espera en la población. Por tanto, determinar con anticipación la presencia de estas variantes seria de mucha importancia para la implementación de un tratamiento más personalizado, eficaz y sobretodo seguro.

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